Palestina


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Israel: el nuevo apartheid

Azmi Bishara

Texto publicado en Between the lines, septiembre 2001, vol. 1, núm. 19
(Traducción CSCAweb)

"El Estado de Israel fue establecido como un proyecto de asentamiento colonial que contó con el apoyo de los diferentes poderes coloniales del momento por varias razones. No era posible establecer un Estado judío en Palestina sin expulsar a los habitantes autóctonos que constituían la mayor parte de la población. La guerra de 1948 proporcionó un pretexto para esta expulsión sistemática y generalizada"

EL sistema de apartheid surafricano fue establecido sobre un concepto de soberanía cuyos componentes esenciales eran los siguientes:

1. La práctica de actividades de asentamiento y colonización [de la tierra] en el contexto de un proyecto colonial que se separó en su momento del poder colonial primigenio.

2. La formación de una comunidad nacional a través de la colonización. Dicha comunidad asume su superioridad racial sobre los pueblos indígenas, de tal manera que el Estado se convierte en expresión de la búsqueda de esta comunidad de su independencia y su libertad, aún cuando tal comunidad constituya una minoría [dentro del Estado].

3. Un sistema legal basado en la separación racial en el cual la población autóctona, definida en términos de raza, permanece dentro del Estado pero ve negados sus derechos de ciudadanía, libertad de movimiento, y el derecho al voto. Los pueblos autóctonos, ciudadanos en sentido formal, son en realidad súbditos del Estado y permanecen subyugados a su poder. El Estado no representa sus aspiraciones ni su cultura, sino que más bien es un arma de dominación de la "raza superior".

4. El control por parte de las elites de la "raza superior" de los recursos económicos y la riqueza del país, especialmente de la tierra, que es el recurso más importante de todos y muy especialmente dentro de un contexto de asentamiento colonial de la tierra.

5. Una cultura religiosa y política legitimada oficialmente mediante el recurso a teorías raciales adoptadas por el Estado, teorías que proporcionan justificación teórica y moral para la segregación racial.

Esta formación social, política y cultural de Sudáfrica, que casi a título extraordinario se denominó apartheid, fue formalmente establecido en 1948. Esta palabra, rechazada por todas las lenguas del mundo que se negaron a traducirla, siguió siente una palabra afrikaaner que expresaba la singular condición de un racismo formalizado y oficializado dentro de un sistema legal específico. Este hecho lingüístico, al rechazar la aceptación del término en sí, servía así como expresión del racismo como forma de gobierno, poniendo de manifiesto el carácter único y singular del apartheid; igualmente se evitaba hacer comparaciones entre este sistema y otras formas de segregación racial que todavía hoy existen. El hecho de que el pensamiento político anti-racista aún no hubiera podido librarse del término "raza" hacía que las comparaciones fuesen igualmente inconsistentes. Pero de hecho, hacía ya mucho tiempo que el cuasi-antropológico término "raza", expresión siempre correspondiente a una ideología racista, había perdido su "dignidad" científica y legitimidad en Auschwitz. Con todo ello, el racismo ha pervivido sin "razas", utilizando otras esencias ahistóricas asumidas por todos, tales como cultura, mentalidad, etnia, etc., desde las cuales y siempre de acuerdo con la ideología racista, sería posible conocer y predecir las actitudes de sociedades enteras.

Después de Auschwitz y del régimen del apartheid, la lucha anti-racista no debería prestar atención al concepto de raza: las razas no existen y nunca han existido, excepto en las ideologías raciales y en las mentes racistas. Pero el racismo está ahí, y no sólo el racismo, sino también otras formas de segregación racial.

Aparte de los movimientos de liberación nacional del África Suroccidental (Namibia), la mayor parte de la población de Sudáfrica no exigió la separación como un estado diferente, lo mismo que no pidió la expulsión de la minoría blanca del país, minoría que se había separado a su vez cultural y políticamente de la Madre Patria. La creación de una entidad separada no podía ser la respuesta a la segregación racista y tampoco podía desmantelar el principio racial sobre el cual se basaba el Estado surafricano.

Existen, sin embargo, otros casos de políticas de asentamiento colonial en los que esta separación y el fundamento de un Estado como expresión del deseo de una minoría de convertirse en dueños del mismo se han hecho realidad. Separación esta que no requirió el establecimiento formal de un sistema de segregación racial dentro del Estado, puesto que la mayor parte de la población fue expulsada y convertida en refugiada.

El Estado de Israel fue establecido como un proyecto de asentamiento colonial que contó con el apoyo de los diferentes poderes coloniales del momento por varias razones. No era posible establecer un Estado judío en Palestina sin expulsar a los habitantes autóctonos que constituían la mayor parte de la población. La guerra de 1948 proporcionó un pretexto para esta expulsión sistemática y generalizada. Como en el caso de los sudafricanos blancos, la idea que los propios colonos sionistas tenían de su proyecto no era el de un proyecto colonizador, sino el de un proyecto conducente al renacimiento de una antigua civilización. Lo veían como un proyecto de auto-liberación (auto-emancipación) que, mediante el cultivo de la tierra, conduciría a la formación de una nación. Esta concepción propia no se vio alterada por la utilización de métodos coloniales clásicos como por ejemplos la desposesión de la población [autóctona], la apropiación de sus tierras, y la formación de intereses económicos en connivencia con los poderes coloniales contra las aspiraciones de los pueblos de la zona. Tampoco se vio alterada por el tratamiento colonial dado a la población autóctona como un conjunto de tribus y formaciones pre-nacionales atrasadas que no tenían ninguna aspiración nacional de auto-determinación.

La expulsión de la población [palestina] permitió al movimiento sionista librarse de la necesidad de establecer un sistema legal basado en la segregación racial hasta 1967. Sin embargo, una minoría de árabes permanecieron dentro de las fronteras de Israel, constituyendo siempre no menos del 15% de la población y conformando en la actualidad el 20% del total de la ciudadanía israelí. El Estado judío fue formado como Estado para judíos, y no como Estado para los habitantes que vivían dentro del mismo en el momento de su establecimiento. Esta visión o definición del Estado no se vio modificada por el hecho de que una mayoría de judíos eran ya ciudadanos de otros Estados. Cualquier judío, en cualquier parte del mundo, tiene el derecho a convertirse en ciudadano simplemente presentándose en Israel, obteniendo plenos derechos y más privilegios de los que goza la población árabe. Al tiempo que esto ocurre, ningún refugiado palestino tiene el derecho a retornar a su hogar de los que fue expulsado hace tan sólo escasas décadas. Un ciudadano árabe dentro de Israel no puede transmitirle su nacionalidad a su cónyuge, hermano, o cualquier otro familiar dentro de lo que sería un programa de reunificación familiar.

Miles de ciudadanos árabes son considerados "ausentes" por la ley, de modo que el responsable de custodiar las propiedades de los refugiados (el Estado) puede confiscar legalmente sus tierras y ponerlas bajo el control de la "agencia para el desarrollo", esto es, para satisfacer las necesidades de las actividades de colonización y asentamiento. Dentro de Israel, los ciudadanos árabes pueden ser considerados "ausentes", mientras que judíos [israelíes] ciudadanos de otros países que estén ausentes del país están en realidad "presentes".

El movimiento sionista consiguió por tanto alcanzar un nivel de segregación racial mediante un proceso de expulsión, y la minoría judía (que se apropió de todos los recursos económicos del país, fundamentalmente mediante la apropiación de la tierra) vio el Estado como expresión de su derecho a ejercer su dominio de modo soberano. El Estado de Israel no nació como expresión del derecho a la auto-determinación de los habitantes que poblaban su territorio, sino como negación de ese derecho.

La minoría árabe que permaneció [en Israel] quedó marginada y completamente subyugada en el proceso de planificación y construcción de las instituciones del Estado judío, así como en el proceso de la absorción de las sucesivas oleadas de inmigración [judía]. La minoría [judía], convertida pues en mayoría en virtud de la expulsión de los árabes y la inmigración de judíos, aplicó abiertamente planes para constituirse como mayoría en todas y cada una de las regiones del país mediante la expropiación de tierras pertenecientes a los árabes que aún quedaban en la misma , para la construcción de ciudades y asentamientos. Los demás árabes, ahora minoría y sin constituir ya una "amenaza demográfica", vieron cómo les era concedida la nacionalidad [israelí] y el derecho al voto, pero al mismo tiempo se les mantenía bajo un régimen de administración militar hasta 1966. Este régimen supuso constituía una afrenta si se considera su estatus de ciudadanos, y violó sus derechos en cuanto que ciudadanos del Estado.

Israel no necesitó formalizar legalmente un sistema de segregación racial, pero de hecho la segregación fue practicada bajo el sistema de administración militar. Israel no necesitó tener dos iglesias, una para blancos y otra para negros [como ocurrió en Sudáfrica], dado que religión y nacionalidad venían a ser lo mismo. A diferencia de otros movimientos nacionalistas, el sionismo, como movimiento laico, no intentó subordinar la religión al objetivo de hacer cristalizar una identidad nacional, sino que creó una identidad solapada en la que se confundían el hecho religioso y el nacional de tal manera que fue imposible separar religión y Estado. De acuerdo con la doctrina estatal de Israel, una nación judía soberana solamente puede estar formada por quienes profesen la fe judía. La pertenencia a esta nación por parte de los no judíos está supeditada a la conversión de estos últimos [al judaísmo]. Aquí no hacen falta dos iglesias, ni tampoco una teoría racial, dado que el concepto de soberanía nacional es por fuerza exclusivista en su definición sionista.

La discriminación racial en Israel se practica en todas la esferas de la vida diaria sin que exista la necesidad de proporcionarle un fundamental legal o teórico, dado que las leyes básicas del Estado (definido como Estado judío) conforman su propia identidad así como la de sus instituciones y su funcionamiento.

El sionismo ignora no solamente a los árabes que permanecieron dentro de las fronteras de Israel, negando el derecho al retorno de los refugiados, sino que también obstruye la formación de una comunidad nacional judía israelí en Palestina al insistir en considerar a todos los judíos que residen fuera de sus fronteras como componentes de la nación [israelí] y ciudadanos en potencia de la misma. Se impone también una identidad religiosa sobre un individuo judío que bien podría auto-definirse como "laico". El anti-semitismo es la peor, más bárbara y persistente forma de racismo que Europa ha conocido. El sionismo no respondió a este sentimiento adoptando valores universales de igualdad, sino pidiendo su separación de Europa. Al tomar la decisión de proseguir con esta separación en Palestina, y al negar los derechos de la población autóctona, [el sionismo] se ha erigido en representante del lado colonial de la civilización europea en el mundo árabe, situándose en una posición hostil frente a las aspiraciones de los pueblos [árabes].

Israel se las arregló para mantener estar situación hasta 1967. Desde el momento en que los palestinos de Cisjordania y Gaza cayeron víctimas de un régimen militar de ocupación directa, y a pesar de que Israel no fue capaz de repetir el mismo proceso de expulsión de 1948, el modelo israelí de separación racial empezó a dar problemas. Ya no era posible absorber a los palestinos que se habían quedado concediéndoles la nacionalidad, dado que esto hubiera dado al traste con el equilibrio demográfico israelí y obligaría a Israel a enfrentarse a las dos opciones históricas a las que ya se había tenido que enfrentar Sudáfrica:

1. Optar por un estado de apartheid en el sentido formal y legal del término (Estado que estaría maldito desde un principio), o

2. Establecer un estado democrático y laico para todos los ciudadanos del mismo, lo cual a su vez negaría la definición propiamente judía del Estado

¿Cómo respondió el establishment político israelí a este reto? Pues lo hizo rechazando ambas opciones y estableciendo un régimen de ocupación mucho peor, en cuanto a los detalles, que el apartheid que entonces se practicaba en Sudáfrica. Israel ha puesto en práctica todas las atrocidades cometidas durante los años del apartheid, entre ellas:

1. Negar el derecho de la gente a cumplir con sus aspiraciones de libertad e independencia, lo cual ha llevado a constantes y sangrientos enfrentamientos con los el movimiento nacional palestino. Todo ello se ha plasmado sobre el terreno en la supresión por la fuerza de la actividad diaria del pueblo [palestino].

2. Poner en práctica actividades de asentamiento sin llegar a anexionarse formalmente los territorios en cuestión. El movimiento colono es la mejor expresión del apartheid al estilo israelí. Israel construye asentamientos judíos en tierras árabes en las que reside una mayoría de población árabe, proporcionando a este movimiento de asentamientos una infraestructura de carreteras muy desarrollada, líneas telefónicas, electricidad, sistemas de abastecimiento de agua, mientras ignora y reprime las necesidades y las aspiraciones de la mayoría de la población autóctona.

3. Imponer continuamente castigos colectivos sobre la población local.

4. Separarse de los palestinos al negarse a concederles la nacionalidad al tiempo que no se les reconocen los derechos que tienen como pueblo ocupado según la legislación internacional.

5. Imponer cierres dentro y fuera de los Territorios Ocupados y negar a su población derechos tales como la libertad de moverse libremente en su propia tierra. Los cierres y el estado de sitio se han convertido ya en algo permanente, cortando toda posibilidad de contacto entre los Territorios Ocupados con el exterior, pero también imposibilitando el contacto entre las ciudades y los pueblos palestinos mediante la división de Cisjordania y Gaza en 63 zonas militares cerradas. En el mismo periodo en el que el apartheid y sus leyes eran desmantelados, Israel seguía imponiendo cierres sobre la población de Gaza y Cisjordania sin ningún tipo de leyes de tránsito que permitan a los palestinos saber a qué atenerse. La única ley válida es la consideración política del gobierno israelí y la decisión arbitraria que tomen los comandantes militares sobre el terreno.

6. Violar los derechos de la población sobre la propiedad privada y confiscar sus tierras de acuerdo con los intereses públicos de Israel tal y como se definen ideológicamente por parte de las autoridades de ocupación.

El carácter permanente del movimiento colono y la insistencia israelí de continuar con el mismo contradice el carácter aparentemente temporal de la ocupación. Al mismo tiempo, sigue sin declararse una política oficial de anexión [de la tierra] que conduzca a la formación de un sistema legal de apartheid. Israel hace un esfuerzo tremendo por escapar a este dilema mediante la imposición de un sistema de auto-gobierno sobre la población, sistema que es considerado como un acuerdo de paz de carácter permanente que depende del final del conflicto. Sin embargo, un auto-gobierno limitado dentro de un bantustán es algo situado a medio camino entre la incapacidad israelí de establecer formalmente un sistema de apartheid (debido a las presiones internacionales), y su rechazo a aceptar las condiciones necesarias para una paz justa mediante el reconocimiento del derecho incondicional del pueblo palestino a su independencia. Este es el nuevo modelo de apartheid que hoy por hoy existe en la Palestina histórica.

Israel nunca reconocerá la naturaleza del sistema colonial de apartheid que ha establecido en Palestina. [Israel] no está dispuesta a aceptar el modelo namibio de completa soberanía nacional e independencia para el pueblo palestino sobre las tierras que [Israel] ocupó en 1967, territorios cuya extensión no excedía del 22% del total de la tierra palestina de 1948. La sugerencia israelí es que los palestinos deben renunciar al derecho al retorno a cambio de un auto-gobierno más o menos amplio en Cisjordania y Gaza (sin Jerusalén), al tiempo que se mantiene el suficiente espacio en las áreas mencionadas para el desarrollo de los asentamientos. En el caso de que dichas propuestas sean rechazadas, Israel sugiere la puesta en marcha de una etapa de transición durante la cual el sistema de apartheid [israelí] se consolidaría mediante la construcción de más asentamientos. Con todo esto, Israel no solamente socava la posibilidad de establecer un Estado palestino independiente, sino que además va en contra de su propio carácter nacional y asienta las bases de una nueva era en la lucha palestina contra el apartheid que no tiene ya la capacidad de expresarse dentro de una solución de "dos estados".