"El Estado de Israel
fue establecido como un proyecto de asentamiento colonial que
contó con el apoyo de los diferentes poderes coloniales
del momento por varias razones. No era posible establecer un
Estado judío en Palestina sin expulsar a los habitantes
autóctonos que constituían la mayor parte de la
población. La guerra de 1948 proporcionó un pretexto
para esta expulsión sistemática y generalizada"
EL
sistema de apartheid surafricano fue establecido sobre un concepto
de soberanía cuyos componentes esenciales eran los siguientes:
1. La práctica de actividades de asentamiento y colonización
[de la tierra] en el contexto de un proyecto colonial que se
separó en su momento del poder colonial primigenio.
2. La formación de una comunidad nacional a través
de la colonización. Dicha comunidad asume su superioridad
racial sobre los pueblos indígenas, de tal manera que
el Estado se convierte en expresión de la búsqueda
de esta comunidad de su independencia y su libertad, aún
cuando tal comunidad constituya una minoría [dentro del
Estado].
3. Un sistema legal basado en la separación racial
en el cual la población autóctona, definida en
términos de raza, permanece dentro del Estado pero ve
negados sus derechos de ciudadanía, libertad de movimiento,
y el derecho al voto. Los pueblos autóctonos, ciudadanos
en sentido formal, son en realidad súbditos del Estado
y permanecen subyugados a su poder. El Estado no representa sus
aspiraciones ni su cultura, sino que más bien es un arma
de dominación de la "raza superior".
4. El control por parte de las elites de la "raza superior"
de los recursos económicos y la riqueza del país,
especialmente de la tierra, que es el recurso más importante
de todos y muy especialmente dentro de un contexto de asentamiento
colonial de la tierra.
5. Una cultura religiosa y política legitimada oficialmente
mediante el recurso a teorías raciales adoptadas por el
Estado, teorías que proporcionan justificación
teórica y moral para la segregación racial.
Esta formación social, política y cultural de
Sudáfrica, que casi a título extraordinario se
denominó apartheid, fue formalmente establecido
en 1948. Esta palabra, rechazada por todas las lenguas del mundo
que se negaron a traducirla, siguió siente una palabra
afrikaaner que expresaba la singular condición
de un racismo formalizado y oficializado dentro de un sistema
legal específico. Este hecho lingüístico,
al rechazar la aceptación del término en sí,
servía así como expresión del racismo como
forma de gobierno, poniendo de manifiesto el carácter
único y singular del apartheid; igualmente se evitaba
hacer comparaciones entre este sistema y otras formas de segregación
racial que todavía hoy existen. El hecho de que el pensamiento
político anti-racista aún no hubiera podido librarse
del término "raza" hacía que las comparaciones
fuesen igualmente inconsistentes. Pero de hecho, hacía
ya mucho tiempo que el cuasi-antropológico término
"raza", expresión siempre correspondiente a
una ideología racista, había perdido su "dignidad"
científica y legitimidad en Auschwitz. Con todo ello,
el racismo ha pervivido sin "razas", utilizando otras
esencias ahistóricas asumidas por todos, tales como cultura,
mentalidad, etnia, etc., desde las cuales y siempre
de acuerdo con la ideología racista, sería posible
conocer y predecir las actitudes de sociedades enteras.
Después de Auschwitz y del régimen del apartheid,
la lucha anti-racista no debería prestar atención
al concepto de raza: las razas no existen y nunca
han existido, excepto en las ideologías raciales y en
las mentes racistas. Pero el racismo está ahí,
y no sólo el racismo, sino también otras formas
de segregación racial.
Aparte de los movimientos de liberación nacional del
África Suroccidental (Namibia), la mayor parte de la población
de Sudáfrica no exigió la separación como
un estado diferente, lo mismo que no pidió la expulsión
de la minoría blanca del país, minoría que
se había separado a su vez cultural y políticamente
de la Madre Patria. La creación de una entidad
separada no podía ser la respuesta a la segregación
racista y tampoco podía desmantelar el principio racial
sobre el cual se basaba el Estado surafricano.
Existen, sin embargo, otros casos de políticas de asentamiento
colonial en los que esta separación y el fundamento de
un Estado como expresión del deseo de una minoría
de convertirse en dueños del mismo se han hecho realidad.
Separación esta que no requirió el establecimiento
formal de un sistema de segregación racial dentro del
Estado, puesto que la mayor parte de la población fue
expulsada y convertida en refugiada.
El Estado de Israel fue establecido como un proyecto de asentamiento
colonial que contó con el apoyo de los diferentes poderes
coloniales del momento por varias razones. No era posible establecer
un Estado judío en Palestina sin expulsar a los habitantes
autóctonos que constituían la mayor parte de la
población. La guerra de 1948 proporcionó un pretexto
para esta expulsión sistemática y generalizada.
Como en el caso de los sudafricanos blancos, la idea que los
propios colonos sionistas tenían de su proyecto no era
el de un proyecto colonizador, sino el de un proyecto conducente
al renacimiento de una antigua civilización. Lo veían
como un proyecto de auto-liberación (auto-emancipación)
que, mediante el cultivo de la tierra, conduciría a la
formación de una nación. Esta concepción
propia no se vio alterada por la utilización de métodos
coloniales clásicos como por ejemplos la desposesión
de la población [autóctona], la apropiación
de sus tierras, y la formación de intereses económicos
en connivencia con los poderes coloniales contra las aspiraciones
de los pueblos de la zona. Tampoco se vio alterada por el tratamiento
colonial dado a la población autóctona como un
conjunto de tribus y formaciones pre-nacionales atrasadas que
no tenían ninguna aspiración nacional de auto-determinación.
La expulsión de la población [palestina] permitió
al movimiento sionista librarse de la necesidad de establecer
un sistema legal basado en la segregación racial hasta
1967. Sin embargo, una minoría de árabes permanecieron
dentro de las fronteras de Israel, constituyendo siempre no menos
del 15% de la población y conformando en la actualidad
el 20% del total de la ciudadanía israelí. El Estado
judío fue formado como Estado para judíos,
y no como Estado para los habitantes que vivían dentro
del mismo en el momento de su establecimiento. Esta visión
o definición del Estado no se vio modificada por el hecho
de que una mayoría de judíos eran ya ciudadanos
de otros Estados. Cualquier judío, en cualquier parte
del mundo, tiene el derecho a convertirse en ciudadano simplemente
presentándose en Israel, obteniendo plenos derechos y
más privilegios de los que goza la población árabe.
Al tiempo que esto ocurre, ningún refugiado palestino
tiene el derecho a retornar a su hogar de los que fue expulsado
hace tan sólo escasas décadas. Un ciudadano árabe
dentro de Israel no puede transmitirle su nacionalidad a su cónyuge,
hermano, o cualquier otro familiar dentro de lo que sería
un programa de reunificación familiar.
Miles de ciudadanos árabes son considerados "ausentes"
por la ley, de modo que el responsable de custodiar las propiedades
de los refugiados (el Estado) puede confiscar legalmente sus
tierras y ponerlas bajo el control de la "agencia para el
desarrollo", esto es, para satisfacer las necesidades de
las actividades de colonización y asentamiento. Dentro
de Israel, los ciudadanos árabes pueden ser considerados
"ausentes", mientras que judíos [israelíes]
ciudadanos de otros países que estén ausentes del
país están en realidad "presentes".
El movimiento sionista consiguió por tanto alcanzar
un nivel de segregación racial mediante un proceso de
expulsión, y la minoría judía (que se apropió
de todos los recursos económicos del país, fundamentalmente
mediante la apropiación de la tierra) vio el Estado como
expresión de su derecho a ejercer su dominio de modo soberano.
El Estado de Israel no nació como expresión del
derecho a la auto-determinación de los habitantes que
poblaban su territorio, sino como negación de ese derecho.
La minoría árabe que permaneció [en Israel]
quedó marginada y completamente subyugada en el proceso
de planificación y construcción de las instituciones
del Estado judío, así como en el proceso de la
absorción de las sucesivas oleadas de inmigración
[judía]. La minoría [judía], convertida
pues en mayoría en virtud de la expulsión de los
árabes y la inmigración de judíos, aplicó
abiertamente planes para constituirse como mayoría en
todas y cada una de las regiones del país mediante la
expropiación de tierras pertenecientes a los árabes
que aún quedaban en la misma , para la construcción
de ciudades y asentamientos. Los demás árabes,
ahora minoría y sin constituir ya una "amenaza demográfica",
vieron cómo les era concedida la nacionalidad [israelí]
y el derecho al voto, pero al mismo tiempo se les mantenía
bajo un régimen de administración militar hasta
1966. Este régimen supuso constituía una afrenta
si se considera su estatus de ciudadanos, y violó sus
derechos en cuanto que ciudadanos del Estado.
Israel no necesitó formalizar legalmente un sistema
de segregación racial, pero de hecho la segregación
fue practicada bajo el sistema de administración militar.
Israel no necesitó tener dos iglesias, una para blancos
y otra para negros [como ocurrió en Sudáfrica],
dado que religión y nacionalidad venían a ser lo
mismo. A diferencia de otros movimientos nacionalistas, el sionismo,
como movimiento laico, no intentó subordinar la religión
al objetivo de hacer cristalizar una identidad nacional, sino
que creó una identidad solapada en la que se confundían
el hecho religioso y el nacional de tal manera que fue imposible
separar religión y Estado. De acuerdo con la doctrina
estatal de Israel, una nación judía soberana
solamente puede estar formada por quienes profesen la fe judía.
La pertenencia a esta nación por parte de los no judíos
está supeditada a la conversión de estos últimos
[al judaísmo]. Aquí no hacen falta dos iglesias,
ni tampoco una teoría racial, dado que el concepto de
soberanía nacional es por fuerza exclusivista en su definición
sionista.
La discriminación racial en Israel se practica en todas
la esferas de la vida diaria sin que exista la necesidad de proporcionarle
un fundamental legal o teórico, dado que las leyes básicas
del Estado (definido como Estado judío) conforman su propia
identidad así como la de sus instituciones y su funcionamiento.
El sionismo ignora no solamente a los árabes que permanecieron
dentro de las fronteras de Israel, negando el derecho al retorno
de los refugiados, sino que también obstruye la formación
de una comunidad nacional judía israelí en Palestina
al insistir en considerar a todos los judíos que residen
fuera de sus fronteras como componentes de la nación [israelí]
y ciudadanos en potencia de la misma. Se impone también
una identidad religiosa sobre un individuo judío que bien
podría auto-definirse como "laico". El anti-semitismo
es la peor, más bárbara y persistente forma de
racismo que Europa ha conocido. El sionismo no respondió
a este sentimiento adoptando valores universales de igualdad,
sino pidiendo su separación de Europa. Al tomar la decisión
de proseguir con esta separación en Palestina, y al negar
los derechos de la población autóctona, [el sionismo]
se ha erigido en representante del lado colonial de la civilización
europea en el mundo árabe, situándose en una posición
hostil frente a las aspiraciones de los pueblos [árabes].
Israel se las arregló para mantener estar situación
hasta 1967. Desde el momento en que los palestinos de Cisjordania
y Gaza cayeron víctimas de un régimen militar de
ocupación directa, y a pesar de que Israel no fue capaz
de repetir el mismo proceso de expulsión de 1948, el modelo
israelí de separación racial empezó a dar
problemas. Ya no era posible absorber a los palestinos que se
habían quedado concediéndoles la nacionalidad,
dado que esto hubiera dado al traste con el equilibrio demográfico
israelí y obligaría a Israel a enfrentarse a las
dos opciones históricas a las que ya se había tenido
que enfrentar Sudáfrica:
1. Optar por un estado de apartheid en el sentido formal y
legal del término (Estado que estaría maldito desde
un principio), o
2. Establecer un estado democrático y laico para todos
los ciudadanos del mismo, lo cual a su vez negaría la
definición propiamente judía del Estado
¿Cómo respondió el establishment
político israelí a este reto? Pues lo hizo rechazando
ambas opciones y estableciendo un régimen de ocupación
mucho peor, en cuanto a los detalles, que el apartheid que entonces
se practicaba en Sudáfrica. Israel ha puesto en práctica
todas las atrocidades cometidas durante los años del apartheid,
entre ellas:
1. Negar el derecho de la gente a cumplir con sus aspiraciones
de libertad e independencia, lo cual ha llevado a constantes
y sangrientos enfrentamientos con los el movimiento nacional
palestino. Todo ello se ha plasmado sobre el terreno en la supresión
por la fuerza de la actividad diaria del pueblo [palestino].
2. Poner en práctica actividades de asentamiento sin
llegar a anexionarse formalmente los territorios en cuestión.
El movimiento colono es la mejor expresión del apartheid
al estilo israelí. Israel construye asentamientos judíos
en tierras árabes en las que reside una mayoría
de población árabe, proporcionando a este movimiento
de asentamientos una infraestructura de carreteras muy desarrollada,
líneas telefónicas, electricidad, sistemas de abastecimiento
de agua, mientras ignora y reprime las necesidades y las aspiraciones
de la mayoría de la población autóctona.
3. Imponer continuamente castigos colectivos sobre la población
local.
4. Separarse de los palestinos al negarse a concederles la
nacionalidad al tiempo que no se les reconocen los derechos que
tienen como pueblo ocupado según la legislación
internacional.
5. Imponer cierres dentro y fuera de los Territorios Ocupados
y negar a su población derechos tales como la libertad
de moverse libremente en su propia tierra. Los cierres y el estado
de sitio se han convertido ya en algo permanente, cortando toda
posibilidad de contacto entre los Territorios Ocupados con el
exterior, pero también imposibilitando el contacto entre
las ciudades y los pueblos palestinos mediante la división
de Cisjordania y Gaza en 63 zonas militares cerradas. En el mismo
periodo en el que el apartheid y sus leyes eran desmantelados,
Israel seguía imponiendo cierres sobre la población
de Gaza y Cisjordania sin ningún tipo de leyes de tránsito
que permitan a los palestinos saber a qué atenerse. La
única ley válida es la consideración política
del gobierno israelí y la decisión arbitraria que
tomen los comandantes militares sobre el terreno.
6. Violar los derechos de la población sobre la propiedad
privada y confiscar sus tierras de acuerdo con los intereses
públicos de Israel tal y como se definen ideológicamente
por parte de las autoridades de ocupación.
El carácter permanente del movimiento colono y la insistencia
israelí de continuar con el mismo contradice el carácter
aparentemente temporal de la ocupación. Al mismo
tiempo, sigue sin declararse una política oficial de anexión
[de la tierra] que conduzca a la formación de un sistema
legal de apartheid. Israel hace un esfuerzo tremendo por escapar
a este dilema mediante la imposición de un sistema de
auto-gobierno sobre la población, sistema que es considerado
como un acuerdo de paz de carácter permanente que depende
del final del conflicto. Sin embargo, un auto-gobierno limitado
dentro de un bantustán es algo situado a medio camino
entre la incapacidad israelí de establecer formalmente
un sistema de apartheid (debido a las presiones internacionales),
y su rechazo a aceptar las condiciones necesarias para una paz
justa mediante el reconocimiento del derecho incondicional del
pueblo palestino a su independencia. Este es el nuevo modelo
de apartheid que hoy por hoy existe en la Palestina histórica.
Israel nunca reconocerá la naturaleza del sistema colonial
de apartheid que ha establecido en Palestina. [Israel] no está
dispuesta a aceptar el modelo namibio de completa soberanía
nacional e independencia para el pueblo palestino sobre las tierras
que [Israel] ocupó en 1967, territorios cuya extensión
no excedía del 22% del total de la tierra palestina de
1948. La sugerencia israelí es que los palestinos deben
renunciar al derecho al retorno a cambio de un auto-gobierno
más o menos amplio en Cisjordania y Gaza (sin Jerusalén),
al tiempo que se mantiene el suficiente espacio en las áreas
mencionadas para el desarrollo de los asentamientos. En el caso
de que dichas propuestas sean rechazadas, Israel sugiere la puesta
en marcha de una etapa de transición durante la cual el
sistema de apartheid [israelí] se consolidaría
mediante la construcción de más asentamientos.
Con todo esto, Israel no solamente socava la posibilidad de establecer
un Estado palestino independiente, sino que además va
en contra de su propio carácter nacional y asienta las
bases de una nueva era en la lucha palestina contra el apartheid
que no tiene ya la capacidad de expresarse dentro de una solución
de "dos estados".
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